Hace unos años vimos una película en la que las esculturas y otras obras de arte, guardadas en un museo, de noche, cobraban vida y aquel museo era una aventura, eso sí, un tanto loca. Era una comedia llevada a la gran pantalla.
Sirva esta simple anécdota para destacar que si el Evangelio, cobrara vida, si la Declaración Universal de los Derechos Humanos, si los documentos de la Iglesia, cobraran vida, y no quedaran a veces en papel mojado, la vida sería maravillosa... pero para todas las personas, también para las personas con discapacidad. Aunque la realidad nos dice que no es así, sin embargo, siempre es tiempo de esperanza para todos. Ahora celebramos que la Palabra se hizo carne, que el Padre Dios sí tiene palabras de vida nueva y una Palabra definitiva: Jesús de Nazaret.
Si nos asomamos al Evangelio, descubrimos la apuesta de Jesús por los más vulnerables, no de palabra, sino con los hechos. Anuncia a todos la Buena Noticia del Reino de Dios. Se sienta a la mesa con los excluidos del templo, de la religión y de la sociedad, frente al qué dirán, Él se compromete y está a su lado.
Porque Él ve, y nos hace descubrir, la capacidad, lo positivo de cada persona. «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños». (Lc 10,21).
Para Jesús lo importante no son los dogmas, ni las normas religiosas de su tiempo, sino sobre todo los seres humanos, y los más heridos, por eso, como leemos en el Evangelio, cura en sábado...
Nos encontramos con otro hecho significativo: «Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había una persona con discapacidad, un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: “Pasa Jesús de Nazaret”. Entonces le llamó a gritos y mientras los que iban delante le regañaban para que se callara, Jesús quiso escucharle y le preguntó qué necesitaba Él dijo: “Señor, que vea otra vez”. Jesús le contestó “Recobra la vista, tu fe te ha curado”. En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios». (Lc 18, 35-43)
Frente a los que mandan callar y excluyen... la actitud de Jesús, que incluye, que se acerca, escucha, acoge y da una vida nueva. Luego, sigue a Jesús y es motivo para que la gente alabe a Dios. La persona con discapacidad-agente pastoral que anuncia la Buena Noticia de Jesús; por tanto, no sólo objeto de la atención de Jesús o de nuestro acompañamiento, sino sujeto activo en la sociedad y en la Iglesia.
La Iglesia considera a las personas con discapacidad «como protagonistas, como sujetos de la obra de la evangelización» (Sínodo sobre los Laicos, 1987-1988, n. 53) porque ellas son agentes de transformación de la Iglesia y de la sociedad, impulsándolas cada vez más hacia la integración social de todo tipo de discapacidad.
Nuestra Iglesia de Palencia, desde la Pastoral Social y Caritativa, desde la Pastoral de la Discapacidad que en ella se enmarca, quiere seguir en esa línea porque, como dice el Plan Pastoral de la Diócesis, somos una familia, que sigue a Jesús, que contagia el Amor de Dios y celebra el Encuentro. Y en palabras de Jean Vanier, «las personas con discapacidad y las personas que sufren son “maestros de humanidad”, y si los escuchamos, nos hacen entrar en la compasión que es el corazón del Evangelio: “sed misericordiosos como el Padre mío es misericordioso”. Nos enseñan, si entramos en relación con ellos y nos tocan, a abrir el corazón a una relación que yo definiría de persona a persona, en la que Dios está presente».
Francisco Javier Altuna, guaneliano
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