Muchísimas veces repite Santa Teresa esta palabra: humildad. Y no es sólo repetirla, sino, y es lo más importante, qué significa esa palabra y qué trata de cimentar con ella. Sorprende con qué rotundidad afirma que el demonio es tan enemigo de la humildad, como es enemigo de la santidad de las almas y, sobre todo, de las almas que aman mucho a Dios y contribuyen a la glorificación del Creador y Redentor.
Mil veces avisa que el demonio trata de vencer y confundir a los espíritus, presentándoles una humildad falsa. No reconociendo que Dios ama a las almas y las enriquece con sus dones. Y creando un falso espíritu de soberbia y extraordinarias cualidades y éxitos humanos.
Humildad, dice la Santa, es “andar en verdad”. Dos palabras que siempre han de ir juntas para entrar en el Castillo de las Moradas y para disponerse al espiritual regalo del matrimonio espiritual. No puede haber vida espiritual sin oración sin diálogo con Dios, y no es posible tener oración sin humildad. “La humildad -escribe la santa en las Primeras Moradas- siempre labra como abeja en la colmena la miel. Consideremos que la abeja no deja de salir a volar para traer flores; así el alma en el propio conocimiento”. Y dice más: “A mi parecer, jamás nos acabamos de conocer, si no procuramos conocer a Dios; mirando su grandeza acudamos a nuestra bajeza; mirando su limpieza, veremos nuestra suciedad; considerando su humildad, veremos cuán lejos estamos de ser humildes”.
Aconseja a sus monjas: “Pongamos los ojos en Cristo, nuestro Bien, y allí aprenderemos la verdadera humildad”. En Camino de Perfección (Cap 4) leemos: “No penséis, amigas y hermanas mías, que serán muchas las cosas que os encargare... Solas tres extenderé en declarar... la una es amor de unas con otras; otra, desasimiento de todo lo creado; la otra, verdadera humildad, que aunque la digo a la postre, es la más principal y las abraza todas”.
En Las Moradas primeras afirma: “Mientras estamos en la tierra, no hay cosa que más nos importe que la humildad”. “Dios es suma verdad -dirá en las sextas Moradas- y la humildad es andar en verdad”.
Germán García Ferreras
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