Quiero comenzar felicitando al Sr. Alcalde, Alfonso Polanco, y a la Comisión del V Centenario por el maravilloso, bien presentado y completo el folleto “Ruta Huellas Palencia de Teresa de Jesús”. Enhorabuena a quienes han redactado los textos: Mª del Rosario Díez y Rafael Martínez. Es un folleto que debe estar en todos los hogares palentinos, para conocer el tesoro artístico y espiritual que tenemos en la ciudad de Palencia. Es historia de la buena y teresianismo.
Asimismo, felicitar a la Junta de Castilla y León y a su Delegado en Palencia, D. Luis Domingo, por las 38 páginas de texto y fotografías de las ciudades de Castilla y León por donde caminó la Santa.
Aquí, pretendemos, cada quince días, presentar a Santa Teresa en el mundo de las amistades que de alguna manera influyeron, en su vida espiritual, mística y escritora. Pues el V Centenario de su nacimiento tiene un sello muy claro: la espiritualidad de una mujer admirable, peregrina y reformadora del Carmelo. Sus amistades fueron hombres y mujeres; santos, santas; hombres de cultura, religiosos de muchas Órdenes y monjas de otras Congregaciones; sacerdotes, canónigos y Obispos. Que ella se “aprovechó de todos y a todos quiso ayudar”.
San Juan de la Cruz fue el gran amigo. El primero en doctrina y obras. Nació en Fontiveros (Ávila) y le conoció en Medina del Campo... decidido a irse a la Cartuja. Pero la Santa se lo llevó al Carmelo Reformado. Murió en Úbeda (Jaén) y está enterrado en el convento segoviano donde, con su hermano trabajó de albañil. Frente a dos ríos, siempre con agua.
Santa Teresa, en una carta que escribe a Francisco de Salcedo, que está en Ávila y ella en Valladolid, a finales de septiembre de 1568, le dice: “Hable vuestra merced a este padre (Juan de la Cruz), se lo suplico, que aunque es pequeño (chico) entiendo es grande en los ojos de Dios”.
“Cierto él nos ha de hacer mucha falta, porque es cuerdo y propio para nuestro modo, y ansí creo le ha llamado nuestro Señor para esto. No hay fraile que no diga bien de él, porque ha sido su vida de gran penitencia. Me parece tiene el Señor de su mano”.
Germán García Ferreras
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