sábado, 8 de noviembre de 2014

Ébola... ¿una nueva enfermedad maldita?

¿Qué es la enfermedad del Ébola? Es una enfermedad rara grave, a menudo mortal, causada por el virus del Ébola. Actualmente no existe vacuna ni tratamiento específico para la enfermedad. La transmisibilidad se incrementa a medida que evoluciona la enfermedad. Se produce mediante: Contacto directo con sangre, secreciones u otros fluidos corporales, tejidos u órganos de personas vivas o muertas infectadas; Contacto directo con objetos contaminados con fluidos corporales de los pacientes; Contacto sexual: hasta 7 semanas después de la recuperación clínica (el virus está en el semen) y por contacto con animales vivos o muertos infectados (monos, chimpancés, antílopes y murciélagos).

El riesgo de infección por el virus del Ébola es extremadamente bajo, incluso si vive en zonas afectadas, siempre que no haya estado expuesto a líquidos corporales de una persona o un animal infectados, vivos o muertos. No se trasmite por el aire ni por mosquitos. El contacto fortuito en lugares públicos con personas aparentemente no enfermas no transmite la enfermedad. Los afectados no transmiten el virus antes de mostrar síntomas. No se trasmite por manipular dinero o alimentos, ni por bañarse en una piscina. Los alimentos que pueden trasmitir son carne de algunos animales procedentes de países afectados, especialmente carne fresca de caza.

El virus del Ébola no es muy estable y es sensible a la desinfección. Se elimina fácilmente con jabón, desinfectantes, lejía, luz solar o con la sequedad, por calentamiento durante 60 minutos a 60º o hirviendo durante 4 minutos. El lavado de la ropa en la lavadora destruye el virus. La refrigeración o congelación no inactiva estos virus.

Como siempre, el Ébola está afectando a países muy pobres, con población mal nutrida afectados de importantes problemas de salud, con escasa formación, e infraestructuras socio-sanitarias muy deficientes, por lo que su propagación y su gravedad son más importantes. Mientras en nuestros países lo vivimos con el miedo de que se propague entre nosotros, vemos como potenciales “enemigos” a las personas que llegan desde África y nos escandalizamos de la repatriación de personas afectadas por la enfermedad, criticando lo que los estados gastan en ese traslado y el riesgo al que “someten” a nuestras sociedades. Pero el miedo sólo agarrota y no permite buscar soluciones.

Más allá del miedo y de la prudencia está la solidaridad de tantos voluntarios que están en los países afectados por el Ébola, atendiendo a los enfermos, poniendo en peligro sus propias vidas, y que afirman que continuarán su labor a pesar del peligro que corren. Algunos de ellos afectados por el Ébola han sido repatriados y tras su tratamiento han superado la enfermedad.

Y, más allá de la solidaridad, está la entrega desde el Evangelio de tantos misioneros que viven desde hace años en los países africanos afectados actualmente por el Ébola, que tanto han trabajado por mejorar las condiciones de vida de las personas de aquellos países y que ahora continúan entregando su vida cuidando con amor a tantos enfermos, y acompañándoles hasta su muerte, haciendo real la presencia de Cristo, un Dios que nunca abandona a sus hijos.

Recientemente hemos vivido la repatriación a España de dos hermanos de San Juan de Dios (Miguel Pajares desde Liberia y Manuel García Viejo desde Sierra Leona), infectados por el virus del Ébola, y que han fallecido en nuestro país. Otros religiosos siguen allí, atendiendo a los enfermos. Ante estos acontecimientos sólo podemos mostrar una profunda reverencia y un sincero agradecimiento ante tantas personas que están entregando su vida con inmensa generosidad y caridad por tantos hermanos heridos por la enfermedad y la pobreza. Gracias a ellos no se está propagando más la enfermedad, por el contrario su labor es muy importante en el control de la enfermedad en unos países en los que la atención socio sanitaria es muy precaria, y los misioneros atienden a los enfermos y sus familias en sus ambulatorios y hospitales.

Teresa Valbuena. Médico.
Pastoral de la Salud

No hay comentarios:

Publicar un comentario