Nos lo recuerda la cita de Mateo, 25 “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme...”. Cierto es que resulta complicado acercarse hasta un centro penitenciario para visitar a las personas que allí viven privadas de libertad, las medidas de seguridad dificultan estas visitas, a no ser que unan lazos familiares o se sea persona muy cercana al preso; pero también es cierto que sería conveniente conocer mejor cómo se vive en un centro penitenciario, y lo que es más importante cómo viven allí los presos, cómo padecen, sufren, se arrepienten y se esfuerzan por escapar de una situación muchas veces propiciadas por ellos mismos y en otras ocasiones, condicionada por sus circunstancias.
Así lo expresa la responsable de la Casa de Acogida de Presos un proyecto de Pastoral Penitenciaria en colaboración con Cáritas. Sor Lali, Hija de la Caridad asegura que es necesario conocer la realidad de la prisión para poder comprender mejor a las personas que allí están privadas de libertad.
La Casa de Acogida nace con la intención de ofrecer un hogar a los internos que disponen de unos permisos. Para ellos, el hecho de poder vivir unos días en la casa es un gozo porque disfrutan de un ambiente familiar, acogedor donde reina el respeto. Y ellos así lo perciben.
El día a día de la Casa es atender las labores ordinarias del hogar, luego se priorizan las necesidades. Sor Lali asegura que esto es “como una familia. Hay unos hijos que necesitan unas cosas, y otros… otras, y se intenta dar respuesta a todas ellas. Formalizar documentos, ponerse en contacto con la familia, acudir a prestaciones, realizar alguna compra...”.
Cuando le preguntamos a Sor Lali sobre cómo vive una mujer estar al frente de una casa acogida a presos, asegura que por encima del género está la persona y que se vive todo desde el respeto. Es necesario caminar por delante y cuando tú les tratas con respeto, ellos responden del mismo modo. Y añade: “Entregas toda tu persona como cristiana desde la Fe y en mi caso particular, como Hija de la Caridad con todas las virtudes que nuestros fundadores nos legaron”. En definitiva, como nos dice el Papa Francisco, es necesario que acojamos a estas personas desde Dios.
Voluntariado
Para este servicio se cuenta con un equipo de más veinte voluntarios que se acercan a la casa en equipos de dos personas y colaboran con los internos. Por la noche, hay un grupo de voluntarios sacerdotes que son los que duermen en la casa con los internos. Es una riqueza que tantas personas quieran dedicar parte de su tiempo en acompañar a estos hombres privados de libertad y que disfrutan de sus permisos acudiendo a la casa de acogida.
Natalia Aguado León
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