sábado, 16 de marzo de 2013

Gracias Papa Francisco...... por estos primeros mensajes

Cientos de fieles se reunieron en la Santa Iglesia Catedral de Palencia -el pasado sábado, 16 de marzo- para dar gracias a Dios por el nuevo Pastor de la Iglesia. Como dijo Mons. Escudero en su homilía, los palentinos «con gran alegría acogemos su nombramiento y le aseguramos, desde este momento, la filial obediencia y una sincera comunión con su ministerio al servicio de todos los católicos».
 
Don Esteban, también aprovechó la homilía para repasar algunos de los mensajes que nos ha dejado el Papa Francisco en el inicio de su pontificado.

Anunciar a Cristo crucificado

En el primer mensaje, pronunciado en la Misa de la Capilla Sixtina, al dia siguiente de su elección, nos advirtió que sin el anuncio de Cristo -y Cristo crucificado- la Iglesia puede convertirse en un castillo en la arena, que se viene abajo. Estas fueron sus palabras:
 
«Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene abajo /.../ El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Te sigo, pero no hablemos de cruz. Esto no tiene nada que ver. Te sigo de otra manera, sin la cruz. Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor».


El legado doctrinal de Benedicto XVI

El segundo mensaje tuvo lugar en la audiencia a todos los cardenales, el viernes, día 15 por la tarde: la admiración por su antecesor, el Papa emérito Benedicto XVI, y la importancia para la Iglesia de su magisterio doctrinal.

«Pienso con gran afecto y profunda gratitud en mi venerado Predecesor, el Papa Benedicto XVI, que durante estos años de pontificado ha enriquecido y fortalecido a la Iglesia con su magisterio, su bondad, su dirección, su fe, su humildad y su mansedumbre. Seguirán siendo un patrimonio espiritual para todos. El ministerio petrino, vivido con total dedicación, ha tenido en él un intérprete sabio y humilde, con los ojos siempre fijos en Cristo, Cristo resucitado, presente y vivo en la Eucaristía. Le acompañarán siempre nuestras fervientes plegarias, nuestro recuerdo incesante, nuestro imperecedero y afectuoso reconocimiento. Sentimos que Benedicto XVI ha encendido una llama en el fondo de nuestros corazones: ella continuará ardiendo, porque estará alimentada por su oración, que sustentará todavía a la Iglesia en su camino espiritual y misionero».

No hay lugar para el pesimismo

El tercer mensaje tuvo lugar en la misma audiencia a los cardenales. Se refiere a su firme confianza de que es Cristo, por medio del Espíritu Santo, quien dirige su Iglesia a través de los siglos y que, por lo tato, no hay lugar para el pesimismo o el desánimo:
 
«Como nos ha recordado tantas veces el Papa Benedicto XVI en sus enseñanzas, y al final con ese gesto valeroso y humilde, es Cristo quien guía a la Iglesia por medio de su Espíritu. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza vivificadora y unificadora: de muchos, hace un solo cuerpo, el Cuerpo místico de Cristo. Nunca nos dejemos vencer por el pesimismo, por esa amargura que el diablo nos ofrece cada día; no caigamos en el pesimismo y el desánimo: tengamos la firme convicción de que, con su aliento poderoso, el Espíritu Santo da a la Iglesia el valor de perseverar y también de buscar nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los extremos confines de la tierra (cf. Hch 1,8). La verdad cristiana es atrayente y persuasiva porque responde a la necesidad profunda de la existencia humana, al anunciar de manera convincente que Cristo es el único Salvador de todo el hombre y de todos los hombres. Este anuncio sigue siendo válido hoy, como lo fue en los comienzos del cristianismo, cuando se produjo la primera gran expansión misionera del Evangelio».

Una Iglesia pobre y para los pobres

Finalmente, en el encuentro que ha tenido con los representantes de los medios de comunicación, tras narrar por qué ha elegido el nombre de Francisco el Papa expresó su deseo de que la Iglesia tenga un mayor compromiso en favor de los pobres: «Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre... ¡Ah, cómo querría una Iglesia pobre y para los pobres¡».

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