martes, 26 de abril de 2016

Saludo a la Iglesia y a la sociedad de Palencia



Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, día 26 de abril, fiesta de Nuestra Señora, Santa María, la Madre del Buen Consejo y de San Isidoro, se hace público mi nombramiento como obispo de Palencia.
Antes de nada expreso mi más profunda gratitud a Dios, Padre, Hijo y Espírito Santo, por la vida, la fe, la vocación a la vida consagrada y al ministerio ordenado, por su misericordia y fidelidad. Mi gratitud al Papa Francisco por la confianza inmerecida que ha puesto en mi humilde persona, a la vez que expreso mi más íntima comunión y obediencia con quien es el Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro, el que nos confirma en la fe y nos preside en la caridad.

Al aceptar el servicio episcopal con temor y temblor, consciente de que lo que soy, lo soy por la gracia de Dios, y a pesar de mis pecados, lo primero que deseo es pediros un gran favor: que me acompañéis con vuestra oración para que pueda ser presencia humilde entre vosotros del Buen Pastor; yo, a mi vez, os recuerdo a todos ante el Señor.
Con estas letras deseo acercarme a vosotros, los diocesanos de la Iglesia de Dios que peregrina por tierras palentinas, con mi saludo. Saludar es desear salud, salvación, plenitud de amor, de alegría y de vida nueva que nos regala Jesucristo Resucitado. Y eso es lo que os deseo de corazón.
Un especial saludo y mi abrazo a D. Antonio Gómez Cantero, que lleva al frente de la Diócesis como Administrador Diocesano un año, sirviéndola con entrega y dedicación. Saludo a todas las comunidades cristianas de la Diócesis, a las parroquias, comunidades de consagrados...; todos formamos el Pueblo de Dios, la Iglesia-familia de Dios.
Saludo a los sacerdotes que seguís entregando vuestra vida al Señor trabajando en su viña y mies con generosidad digna de todo reconocimiento y gratitud; quiero ser para vosotros padre, hermano, compañero y amigo. Un saludo particular a los sacerdotes misioneros que manifestáis la apertura de esta Diócesis a otras Iglesias.
Saludo al diácono permanente que nos recuerda al que lavó los pies a los discípulos.
Saludo a los seminaristas que en el Seminario vais madurando la llamada de Dios y vuestra respuesta 
generosa y total.
Saludo a los miembros de vida consagrada; formáis parte de la Iglesia de Palencia y en ella sois imprescindibles. La Iglesia de Palencia no sería la que es sin vuestra presencia, oración, servicio y frutos de santidad. Envío un especial saludo a los contemplativos y contemplativas que desde los monasterios nos señaláis al Único necesario.
Os saludo a todos vosotros, los fieles laicos, asociados en movimientos, grupos, cofradías... o no asociados que tenéis la gran misión de transformar la sociedad haciendo presente el Reino de Dios. Especialmente saludo a las familias que lleváis a cabo la misión de vivir la alegría del amor y servir a la transmisión de la vida y la fecundidad social y eclesial a los niños, jóvenes, ancianos. Un saludo a los habitantes y a sus autoridades de la ciudad, de nuestros pueblos de Tierra de Campos, el Cerrato, los Páramos, los Valles y la Montaña. Mi saludo a los parados, los jóvenes en dificultad, a los trabajadores del campo o la industria, a los medios de comunicación social, a autónomos y empresarios que luchan por mantener y crear trabajo. Un saludo fraterno a los miembros de otras iglesias y confesiones cristianas y a los no creyentes.
Voy a Palencia con el anhelo de servir siguiendo el ejemplo del Buen Pastor y de los pastores que han servido a nuestra Iglesia. A Mons. D. Esteban Escudero y a los que le han precedido, les saludo en el Señor y les expreso el testimonio de nuestra gratitud. Voy para integrarme totalmente en la Iglesia de Palencia, hombro con hombro, codo con codo, corazón con corazón, para llevar el Evangelio de la alegría y la alegría del Evangelio a nuestros hermanos y hermanas, especialmente a los que sufren, enfermos, ancianos, parados, a los que están solos, desamparados, explotados y deprimidos, familias y jóvenes en dificultad, peregrinos..., a todos.
Los tiempos son recios e inciertos, es verdad, pero junto a las dificultades están las oportunidades. Con vosotros quiero ser testigo del Señor y llamar al corazón de todos para que dejemos entrar en nuestra vida personal y cultura, en todos los ámbitos de la existencia, al que es el Rostro misericordioso del Padre, Jesucristo.
No tengo ningún plan pastoral especial ni consigna alguna, sino sumarme, desde mi pobreza y humildemente, a lo que se viene haciendo en Palencia, en comunión con las Iglesias de la Provincia Eclesiástica de Burgos, la Iglesia de la Región del Duero, la Conferencia Episcopal Española y en comunión con el Papa.
Abriéndoos mi corazón os digo que hoy tengo sentimientos encontrados. Por una parte, un poco de pena por dejar la Iglesia de Santander y mi tierra de Cantabria en la que he nacido a la vida y a la fe, tengo mi familia, hermanos, paisanos, compañeros y amigos, y en la que he ejercido el ministerio colaborando con distintos grandes pastores, en el Colegio y la Parroquia San Agustín, la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen, del Barrio Pesquero, la Guardería y Escuela Infantil “Marqués de Valterra”, el Colegio Miguel Bravo, La Salle, el Seminario de Monte Corbán y en el Obispado, y actualmente con quien vosotros conocéis bien, nuestro querido D. Manuel Sánchez Monge. Por otra parte, alegría, porque voy a una tierra e Iglesia que es desde siempre muy querida por mí y a la que me siento unido por muchos vínculos. En Palencia, en la Escuela Apostólica de San Agustín, me educaron durante 6 años y entre los educadores estaba el P. Nicolás Castellanos, Obispo Emérito de Palencia; después fui miembro de la Comunidad de PP. Agustinos con el P. Nicolás de prior, fui ordenado sacerdote en Madrid por el Obispo de Palencia, D. Anastasio Granados, (q.e.p.d), y di los primeros pasos como agustino y sacerdote en la ciudad y provincia de Palencia. Voy a una Iglesia que, como decía San Teresa de Jesús, está formada por «palentinos, toda gente de la mejor masa y nobleza que yo he visto» (Fundaciones, 26). A vosotros voy confiando en la misericordia de Dios y en la vuestra.
Orad por vuestro próximo Obispo pidiendo la asistencia del Espíritu Santo, «don en sus dones espléndido», para que con vosotros sea cristiano y para vosotros obispo-servidor, que no solo presida sino que pro-exista, os conozca, os ame, viva, me entregue totalmente por vosotros y a vosotros. Desde ahora no me pertenezco sino que os pertenezco: mis días, mi salud, mi carácter, mis luces y sombras, mi miseria, cuanto soy y cuanto tengo os pertenece.
Desde ahora me encomiendo especialmente a Santa María, la Virgen Madre de Dios y nuestra, en sus diversas advocaciones de la Calle, del Brezo y de tantas advocaciones queridas y entrañables que riegan la devoción mariana en nuestra Diócesis; a San Antolín, nuestro patrono; al Beato Manuel González, que próximamente será canonizado; y a todos los santos y beatos palentinos.
Cordialmente en Cristo.
Manuel Herrero Fernández, OSA
Obispo Electo de Palencia

No hay comentarios:

Publicar un comentario