martes, 23 de septiembre de 2014

Comunicación

Para ser un español -o española- como es debido... ante cualquier “litigio” que tengamos con otro... hay que partir de la premisa de que ese otro “no tiene razón”... y es más “nunca la va a tener”. El tema a litigio es indiferente. Da lo mismo que el asunto a debate sean los toros, el fútbol, la política, la religión, un conflicto vecinal, o una discusión en la comunidad de vecinos. En temas de gran trascendencia... y en los más triviales. “Yo tengo la razón, que para eso es mía... y el otro... o me da la razón... o se equivoca”. Y además de equivocarse... comente el pecado nefando de “no escucharme”.

El esquema clásico de la comunicación... emisor, receptor, código, canal, mensaje, contexto... y feed back o retroalimentación... entre nosotros no vale. Y no vale porque nos saltamos el feed back: En jamás de los jamases se nos ocurre que podemos ponernos en el pellejo del otro e incorporar a nuestro siguiente mensaje las partes del discurso del otro que consideremos aceptables o con sentido para así avanzar en la comunicación.

Es más... nos apasiona la frase... “hablar contigo es como hablar con una pared”. Así somos. Es el otro el que no escucha, es el otro el que no es receptivo, es el otro el que no está abierto al diálogo... en el fondo... es el otro el que no me da la razón. Porque, como dice otra de nuestra frases favoritas... “ya puedes decir misa”.

Antonio Machado... que nos conocía bien... nos dejó un buen ejemplo de diálogo entre españoles:
Discutiendo están dos mozos
si a la fiesta del lugar
irán por la carretera
o campo atraviesa irán.
Discutiendo y disputando
empiezan a pelear.
Ya con las trancas de pino
furiosos golpes se dan;
ya se tiran de las barbas,
que se las quieren pelar.
Ha pasado un carretero,
que va cantando un cantar:
«Romero, para ir a Roma,
lo que importa es caminar;
a Roma por todas partes,
por todas partes se va».

Consecuencias a corto plazo: Acabaron como poco... magullados. Consecuencias a medio plazo... es de suponer que no llegaron a la “fiesta del lugar”. Consecuencias a largo plazo... jamás sabremos cómo les habría ido la vida... si el camino lo hubieran hecho juntos.

Nuestro peor problema de comunicación es que no escuchamos para entender, sino que escuchamos para contestar. Y así nos va. Y así nos va a seguir yendo.

Domingo Pérez

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