25 de septiembre de 2011 - XXVI Domingo de T. Ordinario
- Ez 18, 25-28. Cuando el malvado se convierte de su maldad, salva su vida.
- Sal 24. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna
- Flp 2, 1-11. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
- Mt 21, 28-32. Recapacitó y fue
En los capítulos que vamos a leer en los próximos domingos, Jesús entra en Jerusalén. La acogida calurosa de la gente pronto se convierte en un abierto enfrentamiento con las autoridades judías y termina en un rechazo total. En el versículo anterior a los citados en el texto de hoy, los fariseos cuestionan su autoridad; Jesús responde con tres parábolas que ocupan este y los dos siguientes domingos.
Hoy Jesús propone reflexionar sobre un hecho concreto: «Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: no quiero. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: Voy, señor. Pero no fue». Al final, Jesús les hace una interpelación: «¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: El primero». Es claro que los hijos tipifican a dos grandes grupos en que se dividía el pueblo de Israel: “justos” y “pecadores”. En primer lugar la de los que eran considerados “pecadores”, que responden tajantemente “no quiero”, pero que después se arrepienten y hacen la voluntad del padre. Y el segundo hijo a los que se tenían por “justos”, los que “dicen pero no hacen”, en el momento decisivo no obedecen. La enseñanza es clara y se puede resumir en un dicho castellano: “obras son amores y no buenas razones”.
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