viernes, 3 de enero de 2014

50 años de presencia en Palencia de las Hnas. Benedictinas de la Providencia

La aventura comienza un frío 30 de diciembre de 1963, cuando Madre Francisca y la Hna Ambrosina suben al tren que desde Ronco Scrivia las llevará a Roma, donde se unirán con el Padre Gutiérrez, palentino claretiano residente en la urbe, para volar hacia España. Un nombre, PALENCIA, dos maletas, dos monjas, un proyecto y multitud de incógnitas e ilusiones: este es el inicio de nuestra historia.

Nuestras dos Hermanas empiezan el año volando hacia España, Madrid, de allí repartirán el día 2 para Palencia. Muy largo les pareció el viaje hasta llegar a esta ciudad de la que solo conocían el nombre. Se ponen en contacto con el párroco de Santa María Estela, D. Francisco Caminero, que les será de grandísima ayuda en los primeros años de su andadura.

La actividad de los primeros días es frenética: el día 3 ya tienen el decreto del Obispo, Mons. José Souto Vizoso, que las acoge con gran simpatía y cordialidad, y les concede el permiso para abrir el colegio apostólico; el día 7 firman ante el notario el contrato de compra venta del terreno donde se construirá el edificio.


Ya con todos los permisos y trámites a punto, el 29 de noviembre de 1964, empieza la construcción del edificio. El 31 de enero de 1965, tiene lugar la bendición y colocación de la primera piedra. Una vez que la construcción echa a andar, y a pesar de haber ya transcurrido el primer trimestre escolar, empiezan la actividad, en los locales de la parroquia, con las 12 primeras alumnas internas y 4 pequeños del parvulario. Es un rodaje que servirá para ir tomando contacto con la realidad española, con la lengua, métodos y costumbres.

Años de trabajo intenso, a los que había que añadir el estudio para la convalidación de los títulos, de dificultades, problemas y también satisfacciones al ver cómo la obra iba creciendo y consolidándose.
En la comunidad reina un clima de sencillez, de familiaridad, de alegría, de ayuda mutua, de intensa vida de oración y de fe. Va pasando el tiempo y consolidándose las actividades fundamentales: llega el reconocimiento oficial de la escuela Primaria, que más tarde se ampliará, con la reforma de la enseñanza, a toda la EGB. El internado vive sus años de mayor pujanza. El Colegio Menor se transforma en residencia para estudiantes universitarias, por una parte y, por otra en residencia temporal para personas mayores.

Las primeras vocaciones españolas, tras los años de formación, vuelven a Palencia para terminar sus estudios y así poder empezar a trabajar codo a codo con las veteranas. El relevo generacional trae un aire nuevo, fresco, a la comunidad que, constantemente, busca las formas más adecuadas para adaptarse a las realidades que se van presentando.

El internado va perdiendo fuerza. El aumento de la población de los barrios circundantes hace que aumente el número de alumnos externos. Se firma el Concierto Educativo. El internado y la residencia de estudiantes y personas mayores se cierra y todos los esfuerzos se concentran en el campo educativo y en la colaboración con la pastoral parroquial.

Actualmente cuenta con una guardería que acoge a niños de 4 meses a 3 años, la educación infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria.

Desde aquí nuestro GRACIAS a todos los palentinos que han recorrido con nuestra Comunidad esta aventura, que con su cercanía, amistad y colaboración nos han ayudado a vivir con entusiasmo el ideal evangélico, según el Carisma de nuestra Fundadora, santa Benita Cambiagio: “No basta trabajar, hay que hacerlo bien”.

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